lunes, 1 de septiembre de 2008

ANTONIO GARCIA ALCALDE.





Haces semanas llego a este blog un correo anónimo en el cual me decía que Antonio García el bila se quería presentar para la alcaldía del pueblo, según me dijeron Antonio esta buscando un grupo de personas responsables y con ganas de luchar por el pueblo y hay es a donde Antonio tiene que tener cuidado y delicadeza al formar su grupo , busque usted personas que no tenga intereses busque usted personas que trabajan por el pueblo y le dedique horas desde la oposición y para terminar busque usted personas que no sean polémicas ni familias numerosas por que esas familias pueden aportarle muchos votos pero creo que lo mas honesto es ganar unas elecciones con las promesas y no con la familia. Señor Antonio García mucha suerte .
Seguiremos informando.

jueves, 28 de agosto de 2008

Otro problema sin solución.


Unos de los primeros artículos que se publicaron en este blog se refería al problema de los aparcamientos en el torno .
En el torno hay zonas en las que no se puede transitar por las aceras por culpa de los vehículos que aparcan en lo alto de ella lo que dificulta la circulación de los peatones.
Como podemos ver en la imagen aquí hay vehículos encima de la aceras y en una curva que puede ser muy peligrosa, esta calle es la calle Guadalete que por culpa de la antigua mala gestión del ayuntamiento concedía licencia de construcción sin contar los aparcamiento.
Los vecinos del residencial sicomoro son unos de los mayores afectados.
Según ha podido saber este blog el ayuntamiento esta gestionando la creación de algunas plazas de aparcamiento pero yo personalmente creo que llegara el 2029 y aun estará este problema.
Seguiremos informando.

martes, 26 de agosto de 2008

pasa el tiempo y siguimos igual



Ya an pasado meses y tenemos el mismo problemas con los muros,hace poco dijeron desde el ayuntamiento que estas reforma empezarían pero ha día de hoy todo sigue igual.

no queremos ser pesados pero esperamos de que aceleren los tramites para que empiezen esas reformas que prometió el ayuntamiento.

seguiremos informando.

domingo, 24 de agosto de 2008

ENTRE LAS HUELLAS DE LA INDIA CATALINA



La India Catalina no tenía la apariencia de su popular estatua y pudo ser melancólica, mística y poco interesada en la sexualidad, son las conclusiones de «Entre las huellas de la India Catalina", ensayo que revisa desde Cédulas Reales hasta informes recientes del Archivo de Indias, por el que la Academia de la Historia de Cartagena de Indias eligió Miembro Correspondiente al autor.
Ambivalencia parece ser la palabra que tiñe lo vinculado con La India Catalina: ¿Mito o realidad? ¿Bella o grotesca? ¿Héroe o villana? El mismo Héctor Lombana, creador de su célebre icono, dijo por 1997 en su casa de Bogotá, que creía que sólo se trataba de una leyenda. Tras esta revisión, parece que Lombana no sólo cumplió con la estatuilla para el Festival de Cine de Cartagena en 1960, sino que podría estar materializándonos lo que a los habitantes de Zamba en el primer semestre de 1533: la ilusión de recobro de Catalina, la indígena, algo que puede estar nutriendo la fascinación por tan polémico monumento. Aún en ese caso, otra vez emerge la palabra...ambivalencia: nunca vistió como indígena tras regresar a Cartagena siendo adulta, pero finalmente sí... Entre tanta perplejidad, lo mejor será recorrer las huellas de Catalina aún visibles, pese a la limitación de unas pocas cuartillas.
Procedencia y fisonomía

El escrito más antiguo, disponible en Colombia, que la alude es una carta de Pedro De Heredia, de 1533, donde dice que habló al primer indígena por intermedio de «la lengua» o traductora. Adicionalmente, los cronistas de la época Fray Pedro Simón y Juan de Castellanos, señalan que Catalina nació en la actual Galerazamba y fue raptada por Diego Nicuesa alrededor del año 1509 para ser llevada a Santo Domingo, donde fue educada «a la española». La controversia podría surgir al momento de detallar su regreso a Cartagena en 1533. A primera vista se entendería que vino directamente de Santo Domingo. No obstante, según una carta de los oficiales reales de Cartagena al Rey en 1533 y una misiva del propio Heredia, no hubo incorporaciones de indígenas en las escalas en Puerto Rico y Dominicana, y en la revisión de la primera hueste de Heredia que hace la historiadora María del Carmen Gómez no informa el nombre de La India Catalina. Heredia había obtenido el 4 de julio de 1532 una Cédula Real que lo autorizaba a buscar en Santa Marta a dos «indios lenguas» y conforme a la probanza del 4 de marzo de 1535, Álvaro De Torres le dio a Heredia una —sólo una— «lengua». Gonzalo Fernández de Oviedo lo registra y revela de quien se trababa: envió dos hombres por tierra a Santa Marta por una india lengua nacida e criada en Cartagena, la cual se truxo (se trajo). Así, Gutiérrez de Piñeres, De Castellanos y Camilo S. Delgado, aludirían, genéricamente, al viaje de la hueste desde Santo Domingo hasta Cartagena, en lugar de las circunstancias del regreso de Catalina a Cartagena. Asimismo, es poco probable que sirviera como intérprete eficaz de varios dialectos, de acuerdo con Fray Pedro Simón, tras veintitrés años de alejamiento, desde la infancia, luego de un fuerte adoctrinamiento español y cristiano en Santo Domingo, donde, según Juan Freide, prácticamente habían exterminado los indios a principios de los años mil quinientos. Todo indica que reaprendió y cultivó distintas jergas en Santa Marta antes de volver en 1533. A Catalina no sólo se le eximió de la esclavitud, sino que, además, se le trató como a una española más de Santo Domingo. Debía tener un valor agregado distinto al rendimiento físico: ¿Inteligencia? ¿Belleza? ¿Ambos atributos? Fue enviada a Santa Marta a servir como intérprete, probablemente, por su perspicacia y encanto, que pareció ser distinto al que insinúa su estatua: la imagen concebida por Héctor Lombana en 1960 y vaciada a una escala mayor por Eladio Gil Zambrana en 1974, consiste en una bella mujer adulta, vestida con prendas indígenas, y al tenor de lo hasta hoy colectado, no hay nada que indique que Catalina hubiese llevado atavíos indígenas en su adultez. De otra parte, las versiones que proponen a una Catalina de aspecto deslucido y apocopado, por pertenecer a los caribes mocanaes, mencionados como «indígenas pequeños y cabezones», podrían no estar cabalmente basadas. Fernández de Oviedo escribió que estos caribes de tierra firme: «hombres como mujeres son muy altos, y ellos y ellas frecheros» y en otro aparte agrega: «hay mujeres de buenas disposiciones». Camilo S. Delgado describió varias beldades entre la raza de Zamba, incluso a la misma Catalina como: «Una india inteligente y de bonitas facciones. Alta, de busto elegantemente formado, ojos grandes, rodeados de largas y aterciopeladas pestañas, nariz aguileña, boca de contornos delicados y brazos armónicos con las demás líneas del cuerpo. Era, en fin, todo en ella gracioso y exuberante de juventud, lo cual la hacía simpática desde que se le llegaba a tratar. Tenía entonces veinticinco años, pero en realidad cualquiera se engañaba creyéndola de dieciocho». Delgado cuenta, además, sobre la inquietud que generaba entre los varones que la conocían: «Eran muchos los enamorados que la perseguían con sus requiebros y ofrecimientos de matrimonio; más ella se reía de todos [...]». Nuestra Catalina adulta se asemejaría más a una joven con bellos rasgos aborígenes, pero vestida a la española, semblanza muy parecida —sólo por bosquejar un ejemplo local— a la observada en la actriz colombiana Amparo Grisales durante la serie televisiva «Los Pecados de Inés de Hinojosa», claro, sin la fogosidad de la portentosa diva contemporánea, pues, la vida sexual de Catalina parece apagada, hasta sus treinta o treinta y cinco años, pese a que era extraordinariamente bella y la solicitaban insistentemente los varones. Catalina no aparentó deshonrarse por lucir con «facha española» ante los suyos, quienes no la despreciaron y, por el contrario, parecieron sentir como si la hubiesen recuperado, de la misma forma, quizás, como lo sentimos hoy cada vez que admiramos su estatua de mujer crecida, cubierta con prendas nativas, apariencia con la que, tal vez, la añoramos secretamente, pero no tuvo más allá de su infancia.


A menos que se decida, como hace siglos, equiparar a los indios a una especie animal inferior —lo que ni los mismos conquistadores hicieron con ella—, hay que considerar que Catalina sufrió cuando niña lo que vale señalarse como una experiencia traumática mayor. Nada nos puede redimir de nosotros mismos: es dable seguir adelante de un alejamiento bárbaro de los padres y del entorno infantil, como el que ella vivió, pero difícilmente se logrará borrarlo. Fue arrancada de su ámbito para imponérsele, también a la fuerza, una nueva cultura y esto debió marcarla. Las distintas corrientes de la sicología —no sólo los freudianos— indican que la seguridad es la exigencia básica de un niño y que la interrupción cruel de la infancia y los vínculos paternales, debe volverse cólera, en grado diverso. La represión de esta cólera —asunto muy probable en la autoritaria época de La Conquista— puede llevar luego a destilarla como tristeza. Otras salidas serían la autodestrucción, la locura, concebir y desarrollar un arduo proyecto personal, pintar, cantar o escribir la rabia atascada o incluso ¡verterla en el lecho de todas las parejas posibles! A lo largo de esta investigación, ninguna de estas posibilidades —salvo lo de un «proyecto personal»— podría defenderse, como tampoco se han encontrado registros de ningún cronista o historiador acreditado sobre un reemplazo cabal de las figuras paternas en Catalina, mujer solitaria, sin noticias de vida sentimental ya en la madurez. El perfil de Catalina, insinuado en los registros es el de una persona al servicio incondicional de la causa española y del cristianismo, en segundo plano, y no es el de un personaje impetuoso. Es la semblanza de alguien indulgente, quizás, de acuerdo con Ovidio, porque «la tristeza envuelve cierta dulzura». Su convicción cristiana pareció profunda —cristianizó a la propia cacica de Zamba— y esto pudo permitirle elaborar una perspectiva soportable de la existencia o su tragedia: un legado superior que debía llevar adelante, la redención para su pueblo «apóstata», tomándose a sí misma como muestra de la factibilidad de ese ideal. ¿Puede analizarse, a la luz del conocimiento de hoy, los contextos del siglo XV? La mejor respuesta puede ser otra pregunta: ¿Desde cuándo ya no puede hacerse o es ilegítimo? El ensayo no ha dejado de ser el caballete de las ciencias y en general del pensamiento humano, tal como la tristeza, la alegría, la ilusión, lo siniestro, las motivaciones humanas en general, siempre han sido las mismas. Lo distinto es la posibilidad y el modo de expresarlas según la época. De cualquier forma, no hay que perder de vista de que se trata de un ensayo o tanteo que nuevas averiguaciones confirmarán o refutarán.
Su legadoCatalina fue la primera «voz» de Heredia frente a los nativos. Los esfuerzos por colonizar estas latitudes habían sido infructuosos por la belicosidad de los indios, y la intervención de Catalina parece definitiva para el ingreso y asentamiento de los españoles al sur del río Magdalena, por donde «cada dos leguas nos encontrábamos una población grande» según lo escribió el mismo Heredia, sufriendo muy pocas batallas. Según los autores, Catalina acompañó a Heredia en las primeras incursiones. La aniquilación de sus congéneres se debió, fundamentalmente, a las nuevas infecciones que desde entonces pulularon en la Gobernación de Cartagena. Habrá poca duda acerca de lo inevitable, a la larga, que resultaría la toma de estos territorios. Es discutible las causas del abrupto cambio en la actitud de los caribes cartageneros, calculados en ese tiempo, al menos, en cuarenta mil en las inmediaciones de la ciudad, y que no osaron en retomar a Calamari, el poblado sobre el que se fundó Cartagena y se quedó a vivir Catalina. Probablemente, sin quererlo y sin saberlo, Catalina apuró el trago de La Conquista, a la postre, quizás muy amargo para ella. De acuerdo con la relación de acusadores de Heredia en el primer Juicio de Residencia en 1536, La India Catalina testificó en contra del conquistador. Con un mundo frágil y quizás mucha tristeza agazapada debió ser dura cualquier otra conmoción que halla sobrevenido, y un dolor, quizás tan grande como el primero, pudo haberla abrazado poco después de la fundación de Cartagena: el remordimiento, posiblemente al desengañarse de la campaña conquistadora. Ese arrepentimiento pudo llevarla a enfrentarse con Heredia. De acuerdo con Camilo S. Delgado, Catalina vivió en Cartagena en la compañía de una anciana pariente, aparentemente reencontrada a su regreso a Cartagena en 1533, y de un perro bravo llamado Capitán, y se habría casado, finalmente, con Alonso Montañés, sobrino de Pedro De Heredia, tras una fuerte oposición del entonces Adelantado y el asedio de múltiples pretendientes, a quienes supo espantar como moscas. Hay documentos que indican la presencia de Alonso Montañés en Cartagena hasta 1541, un año después de que el Consejo de Indias absolviera a Heredia en ese Primer Juicio de Residencia. Al casarse y marcharse a Sevilla con Catalina, tal como lo indicó el académico Delgado, se intuye que fue «perdonada» y que ella, de alguna forma, claudicó su rebelión. Según Delgado, habría muerto en Sevilla, alejada para siempre de su Zamba natal, en lo que fue su primer y único viaje, sin regreso, a España. Se desconoce su nombre original, pues, como «Catalina» la denominó Diego Nicuesa después de su rapto, por 1509. Una ambivalencia más: con todas estas informaciones, ¿debemos alegrarnos o entristecernos?
seguiremos informando.

sábado, 23 de agosto de 2008

India Catalina


Catalina fue raptada en 1509, cuando tenía 14 años por el conquistador español Diego de Nicuesa en un pueblo conocido como Galerazamba, actual corregimiento de Galerazamba en el Municipio de Santa Catalina (Departamento de Bolívar, Colombia) cuando se proponía la conquista y dominio del Urabá y Panamá. Era la hija preferida del cacique Galeras, gobernante de una sociedad tribal dedicada entre otros a la extracción de sal marina. Fue conducida a Santo Domingo, donde adquirió los hábitos, costumbres y creencias religiosas de sus captores.
Contaban los cronistas Fernandez de Oviedo y Don Juan De Castellanos, que en uno de sus viajes Pedro de Heredia envió a dos hombres por una "india lengua", allí les fue entregada Catalina. Catalina regresaría a sus tierras en 1533 con el madrileño Pedro de Heredia, en calidad de intérprete. como Intérprete de Heredia logró la pacificación de numerosas tribus indígenas, como los turbacos, que habían eliminado en combate a Juan de la Cosa años atrás, y a los caciques de Carex y Bahaire, y había conocido para los españoles la ubicación de tesoros de oro como los de Zipacóa y Mahates. Alrededor de Junio de 1533 Heredia llevó a la india Catalina a una expedición al norte de la Provincia de Cartagena, y en aquella marcha logró llegar a Zamba y reencontrarse con sus familiares, quienes ahora en señal de agradecimiento se sometieron al mandato de Pedro de Heredia. Años más tarde se casaría con Alonso Montañez, sobrino de Don Pedro. Con quien posteriormente se fue a vivir a Sevilla y nunca se volvió a saber nada de ella. Un mito cuenta que murió en aquella ciudad viuda, centenaria y rodeada de hijos y nietos.
Se le conoce como la "India Lengua", como una "pacificadora" entre las tribus indígenas.
Las bondades con que se ve el término "pacificadora" son criticados por algunos historiadores puesto que al final de toda esta campaña donde Catalina sirvió de "pacificadora" terminaron aniquilados por completo los indios Calamari, quienes habitaban dicha zona donde hoy se encuentra Cartagena.
Existen opiniones dividas sobre este tema.
Por un lado se presenta a Catalina como un símbolo de la raza nativa (y se presenta como una mujer dócil y pacífica, al servicio de la colonización) siendo la única imagen indígena a la que hoy en día se le muestran honores.

seguiremos informando.

viernes, 22 de agosto de 2008

La pintura.


“La pintura no es nada. Es una mentira de arriba abajo, y yo soy pintor. Donde llega una escultura no llega un cuadro, de ninguna forma. Una escultura buena que lo materialice a uno, que lo eternice a uno, no tiene comparación.”
“Generalmente nosotros los escultores pintamos, ellos (los pintores) no esculpen. La diferencia es grande. Por ejemplo, Botero, las esculturas de Botero son pinturas pasadas a la escultura. Es que es pintor es pintor y se acabó. La escultura debe ser valiente, atrevida, que sobresalga aunque esté mal hecha.”
“La pintura la llevo yo porque es mucho más fácil que la escultura. Con un cuadro uno se defiende, lo puede borrar. La escultura si está mal hecha se la tiene uno que tragar. “

A pesar de esto, si miramos sus obras, podremos darnos cuenta de la majestuosidad de cada una de ellas. Su trazo es perfecto. Muy bien definido y con un gran sentido de los volúmenes. Su pintura se basa principalmente en la figura humana, pero con las formas perfectas que les dan su sello propio.

Eladio Gil Zambrana, que ha quedado inmortalizado en la historia de Cartagena, es perfeccionista, cuidadoso y detallista. Le gusta que sus obras le queden justo como el las imaginó. Es un hombre de convicciones, de carácter fuerte e imponente. Es una persona sencilla, descomplicada y transparente. El arte le ha dado una sensibilidad que los demás mortales no tenemos y quizás nunca podamos tener. Su mirada muestra el cansancio de los años y del intenso trabajo, pero as su vez muestra seguridad, entereza y conocimiento.

Es un ejemplo de vida, tal vez nunca haya recibido el reconocimiento que merece, muchos ni siquiera saben quien hizo la India Catalina, y con todo y eso se les llena la boca diciendo que son cartageneros. Seguramente este español con acento andaluz, sea más cartagenero que aquellos que dicen serlo.

1 Insulina: sustancia cuya función es regular los niveles de azúcar en la sangre
2 Mecenas: protector de las letras y de las artes.

seguiremos informando.

jueves, 21 de agosto de 2008

La India Catalina


Esa genial escultura de tres metros y medio de alto, símbolo de belleza y majestuosidad, fue encargada por Víctor Nieto al maestro Eladio Gil, con el fin de representar a la India Catalina creada por Héctor Lombana en 1960, para ser otorgada como premio en el Festival de Cine.

“La India Catalina me la encargó Víctor Nieto por mediación del alcalde de Juancho Arango, que estaba en esa época. La idea inicial era poner a un monumento de Pedro de Heredia done está hoy la India Catalina, pero tuvo algunas dificultades. No se por qué aplazaron eso, y Nieto le dijo a Arango: mira Juan ¿por qué no ponemos ahí un símbolo de la India Catalina del Festival de Cine? Entonces hablaron conmigo, y yo les dije que se los hacía muy pronto. Al cabo de un mes ya yo tenía la India modelada, los llamé y me pagaron las Empresas Públicas.”

“Yo tomé la decisión de no hacerla en bronce, sino en yeso. Al cabo de seis meses la fui poniendo en bronce. Yo tuve algunas dificultades a la hora de buscar fundidores. Las Empresas Públicas me dieron dos toneladas de bronce, pero la India se llevó solamente doscientos kilos. Yo pensaba devolverles le que me había quedado, pero ellos me lo regalaron porque consideraron que el precio pagado por la India era muy bajo.”

“Entonces la escultura que ellos creyeron que era una muñecota, y se dieron cuanta luego de que era una escultura digna de estar en un museo. Y, creían que yo iba a poner ahí un monicongo. Lemaitre la vio y dijo que era una escultura digna de verse. En realidad nadie esperaba que la India fuera así de bella.”
“Y, curiosamente tuve la suerte de que, para poder retirar a la india, pavimentaran hasta la puerta de mi casa. Eso fue un acontecimiento grande.”

“La modelo de la India, Judith Arrieta, que era la muchacha de servicio que trabajaba en esta casa, llevaba tan solo un mes aquí. Yo estaba buscando una modelo como ella, que tuviera los senos tersos, que tuviera los muslos apretados. Necesitaba una mujer esbelta, que fuera un sinónimo de juventud. Yo no permití que me posara totalmente desnuda porque estaba recién venida de la casa y los padres se podían molestar.”
Para muchos de nosotros no habría ninguna duda de que la India Catalina es su obra cumbre, pero curiosamente él no piensa lo mismo. La obra con la que él se sintió más satisfecho, y de la que más se enorgullece es el monumento a la cacica Gaitana, que se encuentra en Timaná, Huila.

seguiremos informando.